Para comprender este tema, es necesario partir de la definición psicológica de Apego. El principal exponente, John Bowlby (1950), Psicólogo y Psiquiatra Británico. Define al apego como un “vínculo afectivo profundo y duradero que conecta a una persona con otra y que influye en la manera en que el individuo se comporta, se siente y se relaciona con los demás a lo largo de la vida”.
El autor clasifica 4 tipos de apego:

Con este antecedente, explicaré cada uno de los tipos, sus características y qué podríamos esperar como consecuencia en el comportamiento de los niños en caso de presentarlo:
Apego seguro
Este tipo de apego permite que el niño se sienta cómodo al explorar su entorno, tiene la seguridad de que su cuidador está cerca y disponible, aunque físicamente no se encuentre en el mismo lugar. Los niños que tienen este tipo de apego usualmente tienen seguridad personal, buena autoestima, no presentan dificultades para socializar y la adaptación suele estar matizada por una ansiedad que pasa pronto porque tiene la seguridad de que los nuevos espacios son beneficiosos para él y sobre todo tiene la certeza de que sus progenitores regresan a buscarle.
El apego seguro presenta un ciclo que usualmente se evidencia en todas las situaciones a las que se enfrenta el niño:

Un apego seguro fomenta: mayor autoestima, habilidades sociales y emocionales, resiliencia, capacidad de regulación entre otros aspectos que durarán toda la vida.
Apego Evitativo
Se caracteriza porque aparentemente el niño es muy independiente, prefiere hacer las actividades solo, pero esto suele ser porque evita la cercanía emocional con otras personas incluso puede presentarse esta característica con la propia familia (no le gusta que le abracen o le mimen). La separación aparentemente le resulta fácil, le cuesta mucho expresar su angustia o tristeza, pero cuando el progenitor o familiar regresa a buscarle se muestra enojado y evita el contacto con él. No le resulta fácil confiar en los demás, evita situaciones de mucha cercanía física, usualmente prefiere actividades individuales. Este tipo de apego se da porque los cuidadores primarios que por lo general son los padres, han asumido su responsabilidad de protección y crianza, pero ésta no ha sido cursada con expresiones de afecto y cercanía. El niño prefiere acostumbrarse a tener una relación fría y distante con los padres que luego la traslada a otro tipo de relaciones. El ciclo del Apego evitativo se presenta de la siguiente manera:

Apego Ambivalente – Ansioso
En este tipo de apego, los padres al momento de criar el su hijo muestran inconsistencia en la relación, es decir en ocasiones son muy cariñosos, expresivos, afectivos y ante situaciones desagradables se van al otro extremo, se muestran distantes, enojados, ausentes. El niño no sabe cómo reaccionarán sus padres pues no hay un punto medio.
Como el niño está en un constante proceso de observación y aprendizaje, se confunde ante las reacciones del adulto, cuando lo ve tranquilo y cariñoso el niño asume que es amado, pero cuando el progenitor está enojado, el niño asume que no puede acercarse pues será rechazado y eso puede ser sinónimo de que no es querido. Los niños que presentan este tipo de apego, usualmente se angustian mucho ante situaciones de separación, es muy sensible y llora con facilidad ante situaciones incluso que no lo ameritan. Le resulta difícil confiar en las otras personas. Uno de los rasgos típicos de personalidad en este tipo de apego es la inseguridad personal, buscan que el adulto les de resolviendo todo tipo de situaciones y como usualmente el adulto lo hace, entonces esta conducta se ve reforzada. Tienen baja tolerancia a la frustración, usualmente son celosos y prefieren mantenerse cerca del cuidador.

Apego Desorganizado
Es el tipo de apego cuyas características son complejas. El niño puede tener conductas contradictorias hacia el cuidador, puede sentir miedo y hacer y acatar sus órdenes no por aprendizaje sino por tenemos a las represalias, usualmente el niño es ansioso, le cuesta regular sus emociones por lo que sus reacciones son ambivalentes e impulsivas, responde rápidamente con ira y malestar, usualmente presenta conductas agresivas como respuesta cuando no obtiene lo que desea, se frustra fácilmente. Es común que estos niños presenten baja autoestima, desconfianza, inseguridad y falta de control de impulsos. Para que estas actitudes se presenten, los padres deben hacer caído en conductas extremas como el abandono emocional, maltrato psicológico o físico, negligencia en el cuidado, provocación de miedo, situaciones de abuso y violencia.

Los padres tenemos la responsabilidad de la crianza y educación de nuestros hijos, sobre todo cuando somos padres primerizos nos invade un cúmulo de dudas y expectativas sobre cómo lo estamos haciendo, nadie tiene el manual de la crianza, pero todos debemos recordar que lo que hacemos o dejamos de hacer en el repertorio de enseñanzas marca la vida de nuestros hijos y seguro arma el libro de conductas que lo acompañará el resto de su vida y probablemente será traspasado a futuras generaciones.
Tía Lore
Psicóloga