Constantemente, los adultos mencionamos la necesidad de “cambiar de ambiente”, “salir de la rutina” “hacer cosas diferentes” ya que la monotonía nos desgasta. A diferencia de los adultos, los niños pequeños (primera infancia: 0 meses – 5 años) necesitan tener esa monotonía que se traduce en estabilidad de rutinas para mantener una línea conductual y emocional estable.
Eso quiere decir que, mientras menos cambios existan en el día a día de la vida de un niño pequeño, mayor estabilidad demostrará en su comportamiento.
El diario vivir en la primera infancia se caracteriza por la cantidad de información que el pequeño recibe, está procesando y la está registrando como aprendizaje, cuando las rutinas cambian, se entorpece ese proceso de ajuste y el niño demuestra sentir estos cambios a través de sus reacciones.
Dentro de las rutinas fijas que un infante debe tener están los procesos de aseo, alimentación, juego y sueño (este último depende de la edad). Otras actividades como por ejemplo el ingreso a la escuelita es un sumar de actividades que poco a poco se van ajustando e incorporando, esa es la razón por la que cuando un niño ya está adaptado asiste regularmente y realiza todas las actividades sin inconveniente.
Sin duda en la vida cotidiana se van presentando situaciones y muchas de estas imprevistas que nos sorprenden a todos (viajes imprevistos, cambios de horario, etc), pero, cuando son previsibles (cambio de casa, nacimiento de hermanito/a, etc) se sugiere trabajar en una fase de preparación que permita al niño primero conocer lo que va a pasar y segundo, anticipar las posibles situaciones, así también los adultos podemos estar atentos para acompañar las reacciones que pueden presentarse.
Algunas recomendaciones ante cambios previstos son:
- Verbalizar el cambio que se va a tener (por lo menos con dos semanas de antelación)
- Mantener un discurso alegre y positivo frente al niño
- Usar un tono de voz alegre que de a pensar que ese cambio puede ser muy bueno
- Incluir elementos afectivos en las explicaciones del cambio como abrazos, aplausos, caricias, etc.
- Verbalizar el cambio de manera alegre frente a otras personas para que el niño vea que todos nos emocionamos.
- Durante el cambio propiamente dicho, evitar que el niño nos vea molestos o preocupados, esto lo angustiará.
Algunas recomendaciones para establecer rutinas diarias:
- Fijar horarios consistentes
- Crear rutinas visuales
- Reforzar positivamente al niño cuando cumpla con lo esperado (aplausos, caras felices, abrazos, verbalizaciones positivas, etc.)
- Permitir que el niño se involucre en pequeñas elecciones
- Anticipar posibles cambios a la rutina (por ejemplo, los fines de semana, viajes, etc)
- Incorporar en la rutina espacios para compartir como familia (incluir juegos)
- Incorporar momentos y espacios de calma
Cada familia genera sus propias rutinas, cada contexto es único e irrepetible sin embargo el desarrollo psicológico de los niños es común por lo que aplicar estas pequeñas recomendaciones podría ayudar a ordenar los hábitos y generar estabilidad emocional en los pequeños.
Mst. Ma. Lorena Cañizares
Psicóloga Clínica
Mst. En Psicoterapia Familiar Sistémica
Mst. En Desarrollo de la Inteligencia y Educación
Especialista en Desarrollo Intelectual