Discusiones entre padres

Mis papis discuten…consecuencias de los conflictos parentales en el desarrollo emocional de los niños.

Queridos papitos, es para mí un placer poder compartir con Ustedes algunas ideas sobre cómo trabajar procesos importantes para el desarrollo psicológico y emocional de sus pequeños, en esta ocasión el tema de LAS DISCUSIONES ENTRE PADRES. Por favor recuerde que lo descrito en este documento son recomendaciones sujetas a su análisis.

Recuerde también que no todas las técnicas son aplicables a todos los niños, hay que considerar factores como la edad, el contexto familiar, experiencias previas entre otros que con mucho gusto podemos solventar en una reunión individual en caso de que así lo crea necesario.

Mst. Lorena Cañizares J.
Psicóloga

Los padres, son los principales referentes afectivos, emocionales y conductuales de sus hijos. Es una responsabilidad muy grande la que se tiene porque además de la obligación de manejar adecuadamente nuestras emociones, debemos enseñar a nuestros hijos cómo hacerlo, y la mejor manera es el ejemplo.

Los 5 primeros años de vida, etapa en la que se está formando las bases de la personalidad, el niño observa, escucha y vive de las experiencias de otros, por eso el cuidado en nuestras actitudes y respuestas debe ser extremo.

Por otro lado, al ser los principales referentes somos quienes debemos enseñar al niño (a) cómo canalizar y expresar sus emociones, en palabras sencillas, si él no nos mira sonreír cuando estamos alegres, llorar cuando estamos tristes, expresar la ira y la frustración o el miedo ante situaciones ansiógenas, buscará otro tipo de modelos.

En una relación de pareja es normal que ciertos temas no se puedan resolver de forma consensuada siempre y el matiz que se debe dar es la discusión, pero es importante aclara y aprender a diferenciar entre discusión y pelea.

Discutir implica un debate en donde las partes exponen su punto de vista y al final se puede llegar a consensos. La pelea es descalificante, deja ver claramente la ira de la o las partes, está matizada por insultos, amenazas, gritos en donde la fuerza pretende ganar y casi siempre se termina sin llegar a una solución. Por otro lado, la pelea no termina en ese momento, tiene consecuencias como no hablarse por varios días, involucrar a terceros (familiares, amigos, etc), buscar el mínimo pretexto para continuar con la confrontación, entre otras.

Para un hijo sin importar la edad, presenciar estos eventos es muy triste, recordemos que la mayoría de las veces, sobre todo si el niño es pequeño no tiene potestad para frenar

o interceder por los adultos, el hijo asume un rol muy pasivo en una condición de estas en donde siente además de impotencia, frustración y mucha ansiedad (esto es la generalidad).

La mayoría de los Psicólogos recomendamos evitar al máximo este tipo de exposición frente a los niños sin embargo una cosa es recomendarlo y otra es poder aplicarlo porque suele pasar que cuando los ánimos están alterados no medimos las consecuencias ni de los actos ni de las palabras, pero seguro posterior a esto viene un sentimiento de culpa porque las consecuencias sobre todo cuando los hijos han estado presentes.

A partir de esto, propongo considerar algunos puntos a ser trabajados cuando el niño ha presenciado un evento conflictivo:

  1. Recuerde que es muy fácil pasar de la discusión a la pelea.
  2. Si Usted nota que el tono de la discusión está subiendo, adopte una postura racional y solicite al pequeño retirarse del espacio pues el tema que tratarán compete únicamente a los adultos.
  3. Si el niño muestra resistencia (suele pasar cuando se asustan y ven que sus padres comienzan a levantar la voz) abrace al niño y detenga la confrontación en ese momento, recuerde que este artículo pretende dar luces de cómo evitar que el pequeño se encuentre en medio de una riña y asumir un rol pasivo en esta circunstancia pudiera evitar que el niño se asuste.
  4. Cuando los padres están en medio de una riña JAMÁS verbalice situaciones que puedan hacer pensar al pequeño que la pelea es a causa de él…ejemplo:
    – NO DECIR: …por tu culpa mira como se pone el niño, él llora desesperado cuando te ve así
  5. Recuerde que el niño (pequeño) con mucha facilidad asume las culpas, explíquele que a veces los adultos cuando no logran ponerse de acuerdo se exaltan, pero aclare que “es solo una discusión” y eso pasará pronto, pero sobre todo explique que nada tiene que ver con él.
  6. No permita que el niño actúe como “árbitro” en una discusión o pelea, este rol no le corresponde al niño.
  7. Una de las consecuencias más comunes que se evidencian posterior a una discusión o pelea es que el niño se altere conductualmente y reproduzca en casa y en otros espacios conductas imitadas: gritos, respuestas impulsivas, etc. Converse con el niño y explíquele que los adultos también se equivocan y cuando están enojados hacen y dicen cosas que no están correctas, por lo tanto, no está bien que él los haga.
  8. Sin lugar a duda, las discusiones y las peleas suelen ser pasajeras, es muy importante que cuando las cosas se arreglen, la pareja converse con el niño y expresen su tranquilidad porque ya todo se solucionó. No se debe dejar abierta la situación, la mejor forma de cerrar ese proceso es explicando lo que pasó y cómo se resolvió.
  9. Recuerde que hay especialistas en Terapia Familiar, Terapia individual, Terapia de Pareja que lo pueden ayudar, tomar esta alternativa puede mejorar considerablemente la situación.

Por otro lado, es importante considerar algunas posibles consecuencias en la vida emocional de los niños cuando presencian de forma constante este tipo de episodios:

  1. Inseguridad: recordemos que los padres son los principales pilares afectivos de los hijos y éstos deben mostrar unidad y acuerdo en su forma de actuar y responder ante las conductas del niño, cuando hay discusiones o peleas esta unidad no se evidencia.
  2. Miedo: los niños pueden llegar a desarrollar este sentimiento hacia uno de los dos progenitores o hacia los dos, pero en el primer caso usualmente pasa con la figura que más levanta la voz o muestra conductas de agresividad (hacia otros u objetos).
  3. Rebeldía: cuando el niño presencia una discusión o pelea tiende a asustarse, luego esta emoción puede convertirse en frustración y ésta a su vez ser expresada con conductas agresivas o de resistencia y rebeldía.
  4. Tristeza: el niño puede desempeñar las actividades de la vida diaria, pero sin sentir la satisfacción que las suele acompañar.
  5. Aislamiento: el niño puede sentir la necesidad de estar solo, se rehúsa a establecer contacto con otras personas o sus pares, usualmente pasa esto cuando no saben como canalizar adecuadamente lo que sienten.
  6. Alteración en procesos ya adquiridos (retrocesos en Control de esfínteres, sueño, alimentación, uso del biberón, cumplimiento de tareas como vestirse, asearse, etc.) al no saber cómo canalizar sus emociones.
  7. Somatización: cuando los seres humanos no sabemos manejar adecuadamente nuestras emociones, no sabemos expresarlas o cuando sentimos que sale de nuestras manos el dominarlas, podemos llegar a convertirlas en problemas físicos (dolores musculares, cefaleas, etc.) cuadros febriles o dolores que no dejan de ser reales y ameritan la atención del especialista en el área médica sin embargo la conclusión a la que suelen llegar es que el origen de la afección es de carácter emocional.

Hay una serie de condiciones que se debe tomar en cuenta, cada caso es específico y se debería trabajar desde un abordaje centrado en la demanda real, sin embargo, suele pasar que las consecuencias en los niños se manifiestan con algunos de los síntomas descritos anteriormente.

El niño debe aprender que no está mal expresar
las emociones, pero también debe aprender
las mejores estrategias para expresarlas
y eso lo aprende de sus padres.

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