A veces se piensa que la capacidad de mentir es exclusiva de los adolescentes o adultos, pero no es así. En este documento argumentaré las razones por las que esta conducta está presente desde los primeros años de vida, y lo más importante, que debemos hacer y que no debemos hacer.
Cuando el niño llega a los 3 años, su capacidad cognitiva ha alcanzado importantes avances sin embargo al mismo tiempo la producción de la fantasía está en auge lo que hace que el pensamiento del niño se vuelva complejo y confuso. No es raro que a esta edad el niño muestre un lenguaje más claro y desarrollado permitiendo mantener una comunicación de doble vía con las personas cercanas, pero no todo lo que expresa será verídico pues al mantener activos los dos procesos (realidad y fantasía) existe una mezcla de información lo que hace que sea capaz de manipularla a su antojo y sobre todo conveniencia, dando así paso a la aparición de las famosas “mentiras”.
Es una etapa hermosa de desarrollo mental, psicológico, emocional y personal pero cuando el niño requiera manipular la información para llevarla a su conveniencia ya sea para llamar la atención o para manipular, lo hará sin reparo.
Algo que es propio del uso de la mentira es que el niño prefiere manejar la información para quedar bien con el adulto y salvar situaciones que lo puedan perjudicar.
Esta conducta permanecerá el resto de la vida, pero a medida que el niño vaya creciendo, las características irán cambiando y ajustándose al nivel de desarrollo cognitivo que se alcance. Por lo pronto su presentación será muy básica.
¿Qué hacer y que NO hacer ante la presencia de mentiras?
- Jamás tilde de mentiroso al niño, esto lo desvaloriza y afecta su autoestima, escuche con atención lo que tiene para decir y vaya formulando preguntas que hagan que entre en dificultad de responder.
- Con tono calmado indique la posibilidad de confrontación de la situación: Ejemplo: “…Mami mi ñaña no me deja tocar sus juguetes y me dijo que tú ya no me quieres…” Respuesta: “ vamos juntos donde la ñaña y conversamos con ella para saber que ha pasado”. El momento en el que el niño se vea confrontado despertará vergüenza y comenzará a racionalizar que la mentira no es adecuada.
- Siempre es importante conversar en casa sobre “no mentir” pero esta interlocución será para todos no directamente para el niño para que no se sienta atacado, si lo hablamos en general el niño captará la misma información.
- Uno de los valores fundamentales de casa debe ser la honestidad, pero para que el niño la aprenda debemos explicar en qué consiste. Valide y refuerce positivamente los actos de honestidad de su hijo.
- Hable en casa sobre las consecuencias de mentir.
- Siempre el ejemplo será la mejor estrategia, evitar decir frente al niño frases como “esto no vamos a contar a nadie”…”de esto no tiene que enterarse mamá”…”solo los grandes podemos mentir”…”hay mentiras piadosas y necesarias”…recuerde que su hijo lo observa, lo escucha y aprende.
Tía Lore